Dentro del grupo de los molosos y perros de presa, la familia de los terrier tipo bull tiene por derecho propio un lugar destacado. Casi todo el mundo, incluso el lego en la materia, ha oído hablar alguna vez de la fortaleza y tenacidad legendarias del pit bull - exageradas en el imaginario popular hasta el paroxismo- o es capaz de reconocer la peculiar silueta de un bull terrier inglés. Y es que razas como las que acabo de citar, junto al american staffordshire terrier y al staffordshire bull terrier, son casi ubicuas, habituales de cualquier certamen canino que se precie, imagen de campañas publicitarias y centro de polémicas en la prensa sensacionalista.
En este artículo pretendo hacer un recorrido general desde el origen de la estirpe hasta el momento en que surgen razas diferenciadas y perfectamente estandarizadas, deteniéndome con especial atención en la fase de desarrollo de cada uno de los grupos.
Orígenes:
Los terriers tipo bull son, en esencia, el producto del mestizaje entre molosos y terriers; esa es la verdad fundamental, avalada por todas las fuentes históricas y aceptada por la casi totalidad de expertos, a excepción de algún que otro excéntrico de los que hablaremos más adelante, que a día de hoy no han sido capaces de argumentar con datos nada de lo que dicen.
El segundo punto que hay que tener claro es que el origen geográfico de este conjunto de razas es originariamente Gran Bretaña, más tarde algunos de los miembros de la familia se terminaron de consolidar en EE.UU. y otros incluso acabaron en lugares tan exóticos como la India – recordemos a los bull terrier tipo Hinks exportados a las colonias británicas del Punjab. Pero el punto de partida inicial fue en todos los casos el mismo: Inglaterra, Escocia e Irlanda.